jueves, 12 de febrero de 2015

El laberinto de Ariadna


2 comentarios:

  1. Ohhh, porque has quitado al pájaro, ayer no comenté porque me encontraba mal y no entré casi para nada al ordenador, pero la foto la ví en el trabajo y estaba muy bien, hombre, realmente diferente a lo que habías mostrado antes, pero buena. Hoy que parece que estoy un poco mejor iba a comentarla y parece que la has quitado. En fin, tus motivos tendrás, el pájaro estaba bien, tenía unos colores muy extraños, cinéfilos diría yo, el fondo me refiero, inquietaba si, no se. Esta de hoy la veo un pelín sobrexpuesta en el alambra principal, demasiado blanca, igual lo puedes corregir, pero esta bien, me recuerda las imágenes que tenemos del ADN, cadenas superpuestas, en este caso robinadas, menudo filón el pasillo y los huertos, ya te deben de conocer todos los dueños, ya no tendrás problemas con ellos seguro, cualquier día de estos te mandan a casa con una bolsa de tomates.

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    1. He rebajado la exposición de la espiral y he repuesto a la paloma que había quitado. Ayer vi la película Birdman en que Michael Keaton hace el papel estelar. Trata sobre la última oportunidad de un viejo actor de cine de acción que encarnaba a una especie de Batman en sus años jóvenes y que quiere en su madurez y ya decadencia encarnar a un personaje denso y profundo basado en una obra de Ray Carter. Todo está en su contra. Su propio alter ego, su hija con la que ha fracasado totalmente, el actor que le da la réplica en escena, la mejor crítica teatral de NY... ¿Cómo puede creer en sí mismo? Se la juega totalmente en este último montaje. Yo fui actor durante un tiempo y soy consciente de la inseguridad con que sales a escena, el temor terrible que sientes... Así me pasa a mí con las fotos. Siempre dudo si son una patata o tienen algún valor. Y en algún caso intuyo que no son nada, un pastiche de colorines y motivos nada originales.

      Ayer salí por otra zona que el pasillo de los huertanos y sí, ciertamente, se quedaban siempre sorprendidos por mi presencia allí. Son buena gente. Viejos que viven gracias a su huerto que les da algún motivo para vivir en medio de la desidia y vulgaridad de la existencia. A mí me lo da la fotografía y a ellos tener su huertecillo rodeado de jergones con muelles oxidados, plásticos, lonas. En cierta manera los veo como a mí, perdidos en la nada intentando hacer que cada día sea algo, que tenga algún sentido. Pero ayer fui por otras calles en la que no hay tanto motivo fotográfico. En un momento vi una paloma y me llamó la atención su tranquilidad. Me fui acercando y preparé el trípode para hacerle una foto. Me miró de reojo pero no alzó el vuelo. Quise hacer una imagen de algo semejante a la película de que te he hablado.

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